viernes, 30 de marzo de 2012

El padrino (The godfather, Francis Ford Coppola, 1972)

Cada día canta mejor


Por algo los clásicos son clásicos. Por ahí están estas obras extrañas que crecen con el tiempo, que pueden verse una infinidad de veces, que se prestan a lecturas de variada índole, que no envejecen ni se oxidan. "La mejor película de todos los tiempos" dicen algunos, unos cuantos. El Padrino es de esos extraños casos en los que se logra seducir a la crítica y al público por igual, y uno de los contados clásicos que significa aún hoy un negocio para la industria. Probablemente ningún otro podría ser reestrenado en salas de cine luego de tanto tiempo, y es un hecho que confirma su inextinguible poder.
Es curioso que una película que plantó en el imaginario un estereotipo caricaturizado hasta el hartazgo y cambió la concepción de mafia, gángsters y cosa nostra, sea cualquier cosa menos caricaturesca. El ícono del mafioso reflexivo y ponderado, atento pero implacable, de voz suave y espíritu imperturbable, no sólo convenció a todo el mundo por su verosimilitud sino que luego fue adoptado por mafiosos reales que comenzaron a emular los movimientos, la voz ronca, los modos de Vito Corleone. Paradójicamente, en el nacimiento del estereotipo no hay nada de estereotipado: el machismo en la familia Corleone es sutil, puede verse en la forma de obrar, de diferenciar tareas, pero en ninguna escena está exhibido como un asunto central. Si hay violencia, es esa violencia soterrada, ladina, que sólo se vuelve incontenible en la figura de Sonny, precisamente el hijo que, por su temperamento, no sirve ni le hace bien al negocio. En cualquier caso, se buscó aterrizar a los personajes, convencer mediante el naturalismo de las situaciones, la singularidad de los caracteres y su evolución a través de la progresión dramática. La ardua humanización de monstruos allí presente tiene hoy sus ecos en películas notables, cuestionables e hiperpolémicas como La caída o Tropa de elite; el creciente, paulatino y atrayente proceso de corrupción y degradación moral de Michael Corleone, presentado asimismo como un camino lógico, racional, que hasta parece justificado por las circunstancias, se refleja hoy en películas como El estudiante o en series como Breaking bad.
La nota de voyerismo se amplifica con una notable iluminación que lleva a que el accionar, los compromisos, las estrategias de la familia sean presentadas siempre en habitaciones semioscuras que contrastan con exteriores que no podían ser más luminosos. Se instala subconscientemente la idea de entrar en las sombras, en un territorio prohibido. El ritmo es uno de los puntos más fuertes, una perfecta dosificación de distensiones reflexivas y clímax sangrientos, y la verdadera razón por la que una película de casi tres horas fluya a la perfección. Walter Murch, rey de la edición, redefinía el montaje paralelo con un final de antología. Al Pacino dio la mejor actuación de su carrera, poco antes de ponerse a gritar y hacer las morisquetas que lo caracterizaron posteriormente, a partir de Caracortada. Marlon Brando demostró pasar por su mejor momento, algo que se confirmó en El último tango en París, película estrenada el mismo año. El resto de la troupe de actores, desde los que comenzaron a erigir sus carreras (Diane Keaton, Robert Duvall) a los veteranos consagrados (Sterling Hayden) pasando por un puñado de secundarios que afirmaban su talento (James Caan, John Cazale), dieron lo mejor de sí mismos.
En fin, que El Padrino está en la pantalla grande, ¿todavía no fueron a verla?

Publicado en Brecha el 30/3/2012

domingo, 18 de marzo de 2012

Entrevista a Paula Markovitch

"El fascismo no fue solamente contra la izquierda"

Paula Markovitch es argentina y pasó su infancia en San Clemente del Tuyú, un pueblo costero de la Provincia de Buenos Aires. Radicada en México, escribió varios libros y guiones, (entre otros los de las películas Temporada de patos y Lake Tahoe, ambas dirigidas por Fernando Eimbcke). Luego de llevarse varios premios internacionales, entre los que se cuentan los osos de plata a dirección artísitica y fotografía en el Festival de Berlín, vino a Punta del Este a presentar El premio, su debut como directora. Allí expone a la dictadura militar argentina desde su pueblo, desde la mirada de una niña, desde una institución escolar que reproduce los vicios dictatoriales, premia la incondicionalidad y castiga la indisciplina.

-¿Cuánto tiempo te llevó la escritura del guión de El premio?

La historia está basada en recuerdos de mi infancia. Pero algo muy curioso y particular es que yo escribía de niña; escribo desde que tengo 8 años. Curiosamente, ahora que volví a San Clemente me encontré con compañeros de la escuela que me dijeron que cuando tenía esa edad les había dicho que quería hacer un libro sobre la escuela. Es algo que me pasó de niña pero yo ya lo veía como artista desde esa edad, o sea que es un proyecto que tiene 30 años. Otra cosa curiosa es que las ganas de escribir esta historia resurgieron a lo largo de toda mi vida. No solo estuvo el recuerdo siempre presente, sino que como proyecto artístico estaba en mi alma. La escritura en sí misma la hice en tres meses. Es decir, cuando me decidí a concretar esto, ya estaba todo dentro, armado. La respuesta a tu pregunta sería: treinta años, o tres meses.

-¿Y qué grado de autobiografía creés que haya en la película?

Es muy difícil de responder, en el sentido de que muchas veces los mismos recuerdos son ficticios. Y más los recuerdos de infancia. Yo te puedo decir cosas precisas que sí sucedieron parecido y cosas que no. Personajes que están completamente creados y personajes que existieron. Mi opinión es que un dramaturgo siempre trabaja con sus recuerdos, entonces podemos decir que cualquier obra es un poquito autobiográfica, y cualquier autobiografía es ficticia. Pero en definitiva, en este caso podemos decir que esta historia está basada en un recuerdo bastante literal.

-Y además habría un grado de improvisación dentro del mismo rodaje.

Mucho. Pero la improvisación no fue en el argumento. Me han preguntado, por el estilo de la película, si tiene momentos documentales. No. Todo lo que filmábamos estaba escrito. Pero sobre todo en el trabajo con los niños sí llegábamos a esos momentos en que había mucho juego, mucha improvisación.

-Hay episodios en la película que parecen elementos autobiográficos muy vívidos y concretos, como el entierro de libros en la playa. ¿Los viviste personalmente?

Mis padres enterraban libros, como tantos intelectuales. Había que esconder libros, porque en ese momento la dictadura perseguía a los intelectuales, o mejor dicho, a los "inteligentes".

-¿Tus papás militaban en algún lado?

Mi padre estaba bastante cercano al PRT en esa época, pero mis padres eran artistas, gente pacífica, no andaban armados. Mi papá tenía convicciones socialistas muy radicales y su manera de colaborar con los movimientos de izquierda era, en ese momento, esconder gente. El ocultamiento de libros ocurrió muchas veces en mi vida. También los allanamientos. Varias veces los militares allanaron mi casa, eso era algo recurrente. Y también estos "concursos" escolares, de obras alabando al ejército. Muchas de estas cosas eran parte de la vida habitual.

- ¿Y los argumentos de la maestra a favor de la delación?

Sí, el fascismo que yo recuerdo no es algo que solamente pueda verse en los torturadores. Es una crueldad muy visible que atraviesa todo. Cuando hay fascismo el alma se contamina, yo recuerdo que en ese momento se promovía la delación, los valores del fascismo, el delatar a los compañeros. La tortura como método en las cárceles tenían su ejemplo en la escuela. Claro, a los niños no se los torturaba con picana, pero se los torturaba. Nos hacían caminar en el patio en días de mucho frío con el objetivo de que delatáramos a nuestros compañeros. Las prácticas fascistas eran implementadas en la escuela.

¿Pero qué elementos de subversión podían encontrar en niños?

No había nada de subversivo en ellos, pero se atacaban las formas de pensar. Creo que el fascismo no puso la mente solo contra la izquierda. Es una forma de concebir el mundo y en estos países tenemos que preocuparnos por ver cuánto fascismo ha quedado en nuestras almas y qué tanto fascismo hay en nosotros. Porque el fascismo es una posición humana de culpabilizar a las víctimas y de no aceptación de la diferencia, de intolerancia. Es probable que esas prácticas marciales sigan hoy en día en algunos colegios de Argentina. El fascismo no fue solamente contra la izquierda.


-Dijiste en alguna ocasión que la represión de argentinos contra argentinos fue una especie de "gol en contra" y que la dictadura dejó marcas fuertes en la idiosincrasia argentina. ¿En qué sentido lo pensás?

Siento que los países que hemos vivido un fascismo tenemos que revisar mucho nuestra alma. Hay una visión extendida en la argentina por la que el castigo es siempre merecido. Cuando alguien sufre una injusticia, en lugar de solidarizarnos, muchas veces decimos "a lo mejor hizo algo". Esa forma de pensar es fascista; está impregnada en nuestros corazones y creo que es muy perjudicial para nuestra sociedad.

-...o que los que viven desgraciadamente están así porque lo merecen.

Es la mentalidad fascista. Una manera de pensar que justifica la explotación, la manipulación, el cinismo de unas personas hacia otras. Hay dos maneras de pensar: una que "así es la vida" como si la vida diera una única posibilidad, y otra que "las víctimas se lo merecen". Son dos maneras de pensar que impregnan toda nuestra cotidianeidad, están en la manera de cortar pan, en la manera de educar a nuestros niños. Quizá no sea sólo una herencia del fascismo político que hubo en Argentina. Argentina y Uruguay han heredado los fascismos de principios de siglo.

-"El premio" del título es un reconocimiento del ejército a los alumnos de las escuelas, ¿Qué es lo que se premiaba y reconocía durante la dictadura?

Cualquier tontería. La alabanza al gobierno militar. Los niños escribían "qué lindos son los soldaditos" y los premiaban.

-¿Pero serían sinceros?

Yo creo que sí, que lo creían, lamentablemente. Y lo más triste es que algunos lo siguen creyendo. En Argentina hay una gran parte de la sociedad que, escarbando un poco, piensa que no estuvo tan mal la dictadura. Y que piensan "a mí no me hicieron nada porque soy bueno".

-En Uruguay también: hay quienes dicen "en la dictadura había orden, no me molestaban, no había gente pidiendo en la calle..."

Tengo una anécdota que me sucedió en Uruguay: Una vez acompañé a una amiga, Diana Cardozo, a hacer su documental 7 instantes, sobre los tupas. Ella quiso filmar lo que había sido "la cárcel del pueblo", el último de los bastiones tupamaros, pero en ese momento no conseguimos el permiso para entrar. Entonces ella decidió entrevistar a los vecinos del lugar. Entrevistamos a una chica que tenía un taller mecánico al lado de lo que había sido la cárcel del pueblo, y entonces esta señora empezó a decir que ella había estado, y que se acordaba del día que treinta años antes había caído la cárcel del pueblo. Y empezó a decir que ella estaba muy enojada porque los militares, al llegar, creyeron que ella, por ser vecina, estaba involucrada. Entonces se llevaron a su marido y lo torturaron, y el marido quedó muy mal. Por este motivo la mujer estaba muy enojada, pero ¿con quién estaba enojada? ¿Con quién crees tú?

-Con los tupas.

Exacto. En vez de estar furiosa con quienes lo habían torturado, en vez de enojarse con quienes les estaban haciendo daño, ella se enojó con los tupamaros. Según su concepción, por sólo existir habían justificado la tortura. Esa manera de pensar para mí ilustra perfectamente el fascismo. En vez de identificarse ella con las víctimas y de decir "qué terrible lo que les hicieron a esos muchachos" se los culpabiliza.

-Volviendo a la película. La niña sabe que tiene que cubrir las mentiras de sus padres, pero no sabe muy bien cómo ni por qué. ¿Te pasó eso?

Si. Tu entiendes que te pueden matar. Creo que los niños tienen una percepción muy clara de lo que es la vida y la muerte y en una situación de peligro los niños entienden que lo que está en riesgo es todo. No es lo mismo un papá que le dice a su hija "no digas esto porque sino te pongo en penitencia" o "no lo digas porque te saco la muñeca". Es: "no digas esto porque nos matan a todos". Y aunque el padre no sea así de claro, tú como niño también lo entiendes perfectamente. Porque hay algo en juego que es todo mi mundo conocido.

-Quizá en la niña surja un sentimiento de paranoia pero también un extraño desamparo, de no saber exactamente en qué creer. ¿Cómo se configura la personalidad en un entorno en el que existe tanta incertidumbre?

Depende de cada persona, supongo. Me gusta mucho la palabra que utilizás: "desamparo" porque es tal cual lo que yo sentía. El entorno en el que viví, esos inviernos parecían una ilustración ambiental de lo que yo sentía en el alma. Y eso es lo que intenté hacer en la película.

-Tu película dialoga involuntariamente con La mirada invisible, de Diego Lerman, que también mostraba la dictadura desde un lugar atípico: la institución educativa y la manera en que todo indicio de creatividad era amputado. ¿Cómo sobreviven las inquietudes artísticas en un entorno así?

Es muy interesante tu pregunta porque de eso precisamente se trata el siguiente proyecto que estoy trabajando. Es sobre la creatividad y sobre cómo ésta nunca puede ser amputada del todo. Es la esperanza, la luz. En las peores situaciones, la humanidad siempre hizo arte. En las guerras más cruentas...
Mi próxima película es la vida de un pintor que nunca pudo exponer sus cuadros por motivos políticos. Durante la dictadura estuvo escondido. Y cuando la dictadura se terminó ya estaba muy viejo. Y hay un dato no menor, se habla muy poco de la marginalidad económica, que también lleva a que el arte no esté presente. A mí me pasa que trabajé con los niños de San Clemente y son grandes artistas, y el talento que tienen es apabullante. Siempre pienso cuántos artistas no pueden desarrollar nunca su obra. Cuántos genios que son sometidos a toda una vida de explotación sin poder dearrollar su talento real. El arte está en todas partes, si tú riegas un poquito salen flores. El impulso artístico es tan fuerte que con un pequeño estímulo, con un taller, de repente ves florecer.
Mis padres fueron los dos pintores, y yo conservo toda su obra. Y de eso se trata: ellos fueron marginales, nunca expusieron sus obras en vida, pero dieron clases y pintaron. Mi teoría es que la resistencia artística es la más poderosa que hay. Por suerte, yo creo que el fascismo pierde.

-Quizá ahí esté tu respuesta a la pregunta que te hacía antes. Tenías muchas incertidumbres pero también cosas de las que aferrarte: un legado muy importante de amor al arte, inquietudes heredadas. Pasando a otro tema: como decías, el factor climático es fundamental en esta película, con atmósferas muy bien logradas ¿en dónde pusiste el énfasis?

Yo recuerdo mucho el viento. Paradójicamente, ese clima tan desgarrador describe bien el estado espiritual que yo vivía, y también la sensación de que no hay recuerdo. Hay una escena de la película en que el mar entra en la casa de la protagonista. Y yo recuerdo al mar entrando en mi casa, varias veces. Para mí ese recuerdo es, metafóricamente, la sensación de estar abierto, de no tener recuerdo. Algo así como si la identidad no estuviera resguardada. No hay un individuo protegido sino un individuo que está siendo atravesado por el contexto.

-Y de hecho, como el mar, los milicos se pueden meter en tu casa, sin aviso...

Pero además en tu alma, que es mucho peor.

Publicado en Brecha el 18/3/2012

domingo, 11 de marzo de 2012

Empieza Punta


Y con toda la energía. 45 películas nacionales e internacionales, cine de autor y de género, cine experimental, cine raro, documentales y animaciones. México como país invitado, fuertes acentos en el cine de América Latina. Además de las salas habituales, dieciocho funciones itinerantes por Cerro Pelado, Maldonado Nuevo y San Carlos, como parte de las políticas de inclusión cultural. La décimoquinta edición del Festival de Punta del Este -hay que recordar que se empezó a contar de vuelta porque se retomó en el año 1998, siendo ésta su "segunda época"- es organizada por la Intendencia Departamental de Maldonado, aunque en los hechos este año está siendo gestionada y programada por el equipo de Cinemateca Uruguaya. Y al menos en términos de programación, el cambio se nota: en la selección de películas, es notorio un sustancial "flitro" a la hora de seleccionar, y eso deriva en que al menos no se auguren bodrios notorios. En cambio sí se puede adelantar que hay un buen puñado de películas importantes, otras que es imposible que sean malas y otras que al menos despiertan interés por su temática en particular.
El estremecedor documental El sicario, Room 164 es una entrevista filmada en que el periodista Charles Bowden se enfrenta a un ex sicario del cártel de Juárez en una habitación de hotel. El hombre, encapuchado, dice haber asesinado a más de doscientas personas y con perfecta naturalidad relata a cámaras acerca de las formas de secuestrar y matar, sobre los métodos de tortura y el modus operandi del cártel en general. Otra de las películas destacadas es Arrugas, una animación española ambientada en un geriátrico, una aventura en la que un grupo de internados coordina una audaz empresa para evitar que un compañero con alzheimer sea internado en el piso de arriba, aquel reservado para los que están "más allá de la recuperación".
De los argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat, (directores de El artista y El hombre de al lado) llega Querida voy a comprar cigarrillos y vuelvo, un delirio fílmico en el que Emilio Disi, un mediocre y un malhumorado crónico, es tentado por un demonio que le ofrece diez años en el pasado, de modo de poder aprovechar las oportunidades que perdió. Según dice la crítica, una comedia de una incorrección política brutal, y una despiadada golpiza a la más abyecta idiosincracia argentina.


No hay caso, no puede ser mala Corazones sucios de Vicente Amorim, una película de enfrentamientos samurais y de guerras intestinas japonesas situada... en Brasil. Cuando terminó la Segunda Guerra, existieron grupos de japoneses en São Paulo que, fieles al emperador, se negaban a creer que Japón había sido derrotado, por lo que iniciaron una cacería y una matanza a los japoneses que sí lo admitían y a los que consideraban "sucios" traidores. Poetry es la última película del genial cineasta surcoreano Lee Chang-dong -el mismo que supo ser ministro de cultura de su país por unos años- y cuenta la historia de una anciana con alzheimer, que de golpe se ve abocada a la defensa de su nieto, ya que este es parte culpable de una violación grupal a una adolescente. Nadie sabe enfocarse en temas difíciles, prohibidos y tan terriblemente incómodos como los cineastas surcoreanos. Y qué decir de la última bestialidad del veterano maldito Jerzy Skolimowski, un director polaco que había hecho mucho ruido durante los años sesenta y setenta pero que se pasó 17 años sin filmar, y que retomó su arte con toda su mala leche característica. Essential killing es la historia de un talibán (Vincent Gallo) que, acorralado en el desierto, destruye de un misilazo a varios marines estadounidenses. Capturado y torturado, logra escapar cuando es trasladado a una prisión clandestina en Europa del Este, y así comienza una fuga a través de la nieve, en la que el hombre corre por su vida con un despliegue de soldados pisándole los talones. Una adrenalínica y brutal lucha por la supervivencia.
Hay otros veteranos: el gran Arturo Ripstein sigue haciendo sus maldades con Las razones del corazón, en donde trae esta vez la anécdota de Madame Bovary a una miserable vecindad de México; Bertrand Tavernier vuelve al cine histórico con La princesa de Montpensier; y el grandioso documentalista brasileño Eduardo Coutinho -es imposible que este tipo filme algo malo- en Las canciones encara a gente común para que interpreten frente a cámaras tonadas que los emocionan. Prometen y mucho Violeta se fue a los cielos, un sentido homenaje a Violeta Parra por parte del aclamado cineasta chileno Andrés Wood; El velador, atípico documental mexicano sobre las guerras de mafias en Juárez; Culpable de amor del muy sádico y maligno cineasta japonés Siono Sion y El premio de Paula Markovitch, una mirada autobiográfica, desde la perspectiva de una niña, sobre la dictadura argentina. Hay estrenos uruguayos: La demora de Rodrigo Plá viene después de llevarse premios en la Berlinale, y también están Amor robot y los documentales Las flores de mi familia y Hospi. Y podría seguir, pero no entran más en este espacio. Como para atiborrarse, y seguir consumiendo.


Publicado en Brecha el 9/3/2012

jueves, 8 de marzo de 2012

Poder sin límites (Chronicle, Josh Trank, 2012)

Robo justificado

La película Akira es un anime del año 1988 que se centraba en un adolescente que comenzaba a desarrollar, paulatina y de forma temible, poderes psíquicos paranormales. Pero los problemas surgían ya que conforme aumentaban sus capacidades también comenzaban a exacerbarse sus miedos y frustraciones, y el chico empezaba a dar grandes muestras de inestabilidad. Finalmente llegaba al punto de creerse un dios, logrando su propia autodestrucción. Básicamente, es la misma anécdota de esta película.
Es que desde Hollywood viene echándose mano a las buenas ideas de oriente para cimentar grandes éxitos, recibiendo ovaciones por anécdotas ajenas que no fueron demasiado difundidas antes. Así Los infiltrados de Scorsese es una copia exacta de la hongkonesa Infernal affairs, para Zodíaco David Fincher se llevó la brillante idea original de la surcoreana Memories of murder, y El cisne negro de Darren Aronofsky retomó la historia de la japonesa Perfect Blue. Salvando el primero de los casos, no hubo referencias en los créditos a las fuentes de "inspiración". Tampoco hay referencias a Akira en esta película, pero al menos el joven director Josh Trank, de 27 años, admite en entrevistas que aquel filme lo impactó mucho y que aquí se dispuso a homenajearlo.
Poder sin límites tiene algún defecto en el guión: el protagonista es acosado no por uno sino por varios grupos de jóvenes abusivos, además de que es golpeado por su padre borracho, sobrecargándose de forma un tanto inverosimil su desgraciada vida. La cantidad de daños no es tan importante como la calidad de los daños a la hora de justificar un perfil resentido. Por otra parte, se echa en falta un poco de ingenio en las líneas de guión, en su mayoría un griterío adolescente que llega a aturdir un poco.
Por fuera de estos detalles, lo demás está perfecto. La cámara al hombro de tipo documental (el protagonista filma constantemente) aterriza la anécdota, volviendo especialmente vívido el descubrimiento y el desarrollo de los superpoderes. Con recursos limitados, el director hace un uso brillante de la tecnología digital CGI para generar vistosos efectos especiales, hay atmósferas increíblemente logradas -las escenas de vuelo, el enfrentamiento final- y un par de sorprendentes escenas que dan muestras de una privilegiada inventiva visual -obsérvese la conversación en el cementerio, con la cámara alzándose por encima de los personajes, en una toma inesperadamente poética, o el abrupto y explosivo corte durante la escena del protagonista hospitalizado junto a su padre-.
Está claro que seguiremos oyendo del director Josh Trank por muchísimo tiempo más. Son realmente valiosos su aporte creativo, sus ideas para generar una historia de superhéroes (o en todo caso, de superantihéroes) y su voluntad para llevar al audiovisual hacia nuevas formas. El cine de género respira y se renueva gracias a esta clase de talentosos cineastas.

Publicado en Brecha el 9/3/2012

sábado, 3 de marzo de 2012

Las mejores películas (XVIII)

La verdad es que este año los óscars no me interesaron demasiado; en fin, me parece que ganó la mejorcita, pero me da lo mismo porque ninguna me interesaba demasiado. Y bueno, por fuera de las galas y las alfombras rojas el cine sigue vivo, realmente existe, palpita y se impone. Estas pelis, por ejemplo; al menos dos obras maestras, cinco o seis pelis imprescindibles y un par más que dignas. Espero que las disfruten tanto como yo, salut!

-El estudiante de Santiago Mitre (Argentina)
Un ascenso político, una trama de conspiraciones, estrategias, traiciones, corrupción y manoseos varios. La aproximación a los gremios de la Facultad de Ciencias Sociales ofrece, por metonimia, una mirada a la política nacional y a la política toda, con psicología, un guión perfecto, climas grandiosos, situaciones realistas e incómodas que todos conocimos parcialmente alguna vez. Una obra maestra con todas las letras, en la que confluyen varios de los más grandes talentos del cine argentino actual.

-Desasosiego - cine de las maravillas de varios directores (Brasil)
Un collage experimental formidable, una colcha de retazos, pedazos de sueños, explosiones, utopía y apocalipsis. Los cineastas Felipe Bragança y Marina Meliande descubrieron unos breves apuntes de una adolescente de 16 años, y los convirtieron en una carta-manifiesto. Luego se la enviaron a otros doce directores emergentes -entre los que se cuenta el gran Karim Ainouz- con el objetivo de que sirviera como inspiración para que filmaran lo que quisieran. Una obra mayor del cine experimental y una película vital, deliberadamente contraria a las insoportables tendencias realistas de mucho cine brasilero actual.

-Amateur de Néstor Frenkel (Argentina)
La historia del cine familiar en Super 8, más la introducción al personaje de Jorge Mario, personaje excéntrico si los hay, paradigma del hombre-orquesta. Septuagenario infatigable, cinéfilo obseso, odontólogo de profesión, filatelista, jugador de paddle, campeón de tiro, coleccionista en general –de latas, billetes, películas propias y ajenas-, conductor de un programa radial y fundador y líder de un grupo de boy-scouts. El abordaje de Frenkel parece bordear la burla, pero acaba dando cuenta de un inmenso cariño por un personaje adorable, más grande que la vida.

-Happy happy de Anne Sewitsky (Noruega)
En la costa sur de Noruega existe una comunidad a la que se llama comúnmente Happy christians. Gente que sonríe constantemente y que comparte una visión optimista del mundo. Pero por detras de las apariencias se encuentra una vida que no suele condecirse con las fachadas. Anne Sewitsky analiza, con desempeño quirúrgico, dos familias tipo, su encuentro vecinal y un choque que fuerza el reflejo de unos en otros. Una película caprichosa, con curiosos insertos musicales, que retrotrae al mejor Bergman y que habla con sabiduría y universal validez sobre temas vitales.

-3 idiotas de Rejkumar Hirani (India)
Bollywood puro: tragedia, drama, comedia, romance y musical, en una universidad India cuyo rigor opresivo mueve a los estudiantes al suicidio. La universalidad de la trama, la simpatía de los personajes y la vitalidad del planteo todo vuelven a a esta película una joyita dificilmente olvidable, para disfrutar solos o -por qué no- en familia y disfrutar como monos durante unas buenas tres horitas. Vamossss, no tengan miedo, ¡dénle la oportunidad!

-Un año más de Mike Leigh (Inglaterra)
La aproximación a la apacible cotidianeidad de una pareja de sesentones va convirtiéndose en un impactante acercamiento a la vida de una mujer soltera, sumergida en la depresión y los vicios. Filmado como sólo los maestros pueden, con actuaciones soberbias, muchos primeros planos y una mirada tierna y comprensiva pero al mismo tiempo implacable, Mike Leigh logra otra maravilla fílmica (y ya van... ¿5?).

-Las acacias de Pablo Giorgelli (Argentina, España)
El acercamiento detenido, casi documental de esta película podría dar a pensar que se trata de algo extremandamente lento y soporífero, pero el notable director debutante Pablo Giorgelli, desde el primer momento en que plantea la relación del áspero camionero y la desconfiada madre paraguaya logra introducir una tensión constante que capta la atención y el interés. De a poco, se van dibujando auténticos personajes, y una historia cautivante.

-Misión imposible: Protocolo fantasma de Brad Bird (Estados Unidos, Emiratos Árabes)
El director de Los Increíbles y Ratatouille debuta en el cine de acción real y lo hace con alegría y mucha intensidad, logrando grandiosas escenas de dinamismo desatado. Un escape de la cárcel divertidísimo, una tensa infiltración al edificio del Kremlin, una vertiginosa escalada al Burj Califa en Dubai, un insalubre doble simulacro, una persecusión en medio de una tormenta de arena. Hollywood del mejor, con gran vuelo imaginativo. Una revelación Léa Seydoux a la que, yo primero, me pido para el desayuno.


Poder sin límites de Josh Trank (Estados Unidos, Reino Unido)
Akira independiente. Tres pibes que se consiguen superpoderes, que a uno se le va la moto y empieza a romper todo. Digamos que la historia es robada, y que hay algún defecto en el guión que se podría haber evitado. Pero en serio, acá hay muy buenas ideas de concepción, buenos climas y un par de escenas geniales, y el asunto de la cámara-documental da una idea de realismo que lleva a que se vuelva muy vívido el asunto de los superpoderes. No lo duden, vamos a seguir oyendo de Josh Trank por muchísimo tiempo más.

-El salario del miedo de Henri Georges-Clouzot (Francia, Italia) 1953
El principio da un poco de risa. Entramos en un poblado miserable, situado en un incierto lugar de sudamérica. Pero lo curioso es que todos los pobladores hablan un español pésimo, lo que demuestra las dificultades (o el desinterés) en la época para conseguir actores hispanohablantes. Al pueblo van a parar maleantes de todo tipo, prófugos de la justicia que necesitan desaparecer por un período. Pero si bien es fácil entrar, es muy difícil salir, por lo que los protagonistas deben abocarse a los trabajos más riesgosos. Una obra mayor, con uno de los finales más asombrosos que jamás haya visto.