viernes, 28 de noviembre de 2008

Entrevista a María Lorenzo


Es animadora, profesora de animación en la Universidad Politécnica de Valencia y crítica de cine especializada en la materia (en la revista Animation Studies). En entrevista vía mail, echa algunas luces sobre este nuevo resurgir de la animación mundial.

-En la década de los ochenta y primeros noventa la animación
occidental atravesó un estancamiento endémico. ¿A qué factores crees
que obedeció esa parálisis?

Hay que tener en cuenta que muchas de las series de televisión occidentales de los ochenta fueron un mero vehículo de merchandising (las que promocionaban juguetes estaban producidas por Mattel); que la animación estaba devaluada como entretenimiento para adultos, y que estaba mayormente confinada a la franja horaria del sábado por la mañana. No fue hasta 1988, cuando la Fox apostó por Los Simpson, que la animación volvió a considerarse de otra forma, y muchas otras cadenas lanzaron sus propias series, aspirando a conquistar la franja televisiva de prime time. Así surgieron series como Duckman (Igor Kovaliov), The Rugrats, etc.
Pero si tu pregunta se refiere a por qué aparentemente la animación había perdido popularidad en las salas de cine, bien: desde que Walt Disney había muerto, su compañía pasó por cierto declive, sin embargo, decir que el declive del cine de animación en los ochenta se debe al declive de Disney sería simplista, aunque precisamente el poder de esta compañía ha sido el de eclipsar a todas las demás, porque no eran Disney.
Probablemente la razón del resurgimiento de la animación para las salas de cine, con la subsecuente multiplicación de productoras que lanzaban sus propios largometrajes (gracias al relativo abaratamiento de costes que proporcionaban las herramientas digitales, como Fox, Warner, Dreamworks o Pixar), fue precisamente la recuperación de la animación para un público familiar más amplio que el puramente infantil. La Sirenita apelaba a un público adolescente, así como también hicieron La Bella y la Bestia y Aladdin. Y El rey León trasladaba al mundo de los animales la dramaturgia de Shakespeare, apelando a diferentes audiencias. ¿Hace falta recordar que Pocahontas carecía de final feliz? En Disney, la obsesión por la calidad artística y las historias con trasfondo serio fue muy evidente durante los años noventa.

-¿Es determinante el rol que cumple Pixar en los siguientes años para
salir de ese estancamiento? ¿Cuáles crees que sean, a nivel artístico,
los principales méritos de Pixar?


No fue únicamente Pixar el origen de ese renacimiento, sino la revolución que significó en toda la industria del dibujo animado el uso de ordenadores. Anteriormente ya había habido avances tecnológicos que habían hecho evolucionar la estética y el carácter de las películas animadas, como en los setenta lo fue la fotocopiadora (¡!) para 101 dálmatas o El libro de la selva, o incluso para las películas de Ralph Bakshi, que también incluyen la rotoscopia entre su acervo tecnológico.
Pero Pixar ha hecho una contribución importante al lenguaje del dibujo animado, además de estar a la vanguardia de la animación por ordenador (seguida por Dreamworks), y es la extraordinaria calidad de los guiones. Todo empieza por una idea. En Pixar, los proyectos se desarrollan durante años, y las líneas narrativas se atan bien. Pixar basa su fuerza en la voluntad de hacer películas atrevidas, entrañables, a la par que inteligentes, haciendo un excelente uso de la cultura y el bagaje cinematográficos.
Un acierto reciente de Pixar ha sido precisamente la recuperación y evolución de la estética 2D, como se hace evidente en sus títulos de crédito (por ejemplo en Ratatouille o en Wall-E). En Pixar también existe la voluntad de mantenerse fiel a los principios del dibujo animado clásico, establecidos por Ollie Johnston en su libro The Illusion of Life, dejando constancia de ello en esa advertencia que incluyen al final de los títulos de crédito: “Para la animación de esta película NO se han utilizado técnicas de Motion Capture”, realizando animaciones memorables que se distinguen de esa sensación de calco, de lo inverosímil, casi de lo unheimlich, que todavía predomina en filmes basados en la captura del movimiento real, como Beowulf o Monster House.



-Pese a la evidente calidad de la animación en Europa central y del este, ella
sigue siendo una gran desconocida para el público, ¿cuál podría ser la
razón para este desfase entre calidad y reconocimiento?


La animación centroeuropea de los años sesenta, setenta y ochenta fue, en líneas generales, brillante (al igual que en Cuba). Pero tras la caída del comunismo, los antiguos países soviéticos cambiaron de métodos de producción, y sólo unos pocos, como Estonia, han conseguido mantener un sistema de financiación generoso y estable. A su vez, estos países también empezaron a sufrir la competencia extranjera, que antes desconocían, mientras que en décadas anteriores la industria animada estaba presente en muchos campos diferentes (no olvidemos que una de las razones por las cuales los países soviéticos protegieron y fomentaron la animación, fue porque se trataba de un instrumento de propaganda, con amplias aplicaciones políticas y educativas). Esta popularidad de la animación, este excedente, permitió que muchos autores pudieran dar rienda suelta a mundos tan personales como el de Jan Svankmajer, a pesar del contexto sociopolítico en que fueron creados. No en balde la censura es la madre de la metáfora.
En aquellas décadas, los lenguajes artísticos predominaron en la animación centroeuropea, porque se buscaban métodos de producción más baratos que los de la animación de cartoon clásico. La United Productions of America (UPA) debió mucho de su atrevido lenguaje visual a la escuela de Zagreb, que también contagió a Warner y a Disney. A su vez, en estos países también se desarrollaron otras técnicas, como los recortes o las marionetas, llevándolos a su máximo grado de expresión, como hicieron respectivamente Yuri Norstein y Jiri Trinka. Hoy en día, el mejor animador que utiliza óleo sobre cristal para dar vida a sus pinturas animadas, es un hombre ruso: Alecsandr Petrov. Y el polaco Piotr Dumala es el mayor representante de la animación grabando sobre planchas de escayola tintadas. Sin embargo, este tipo de lenguajes artísticos no se transfiere con facilidad al mainstream porque no permiten una gran división del trabajo (la presencia del animador principal es indispensable durante todo el proceso). Hay que buscar estos cortometrajes es sus lugares específicos de difusión, que son los festivales de animación, así como en las escasas cadenas televisivas que apuestan por estas formas de expresión. Y por esta razón son tan desconocidos para el público más común.

-¿Quiénes te parecen los maestros de la animación actual?

Ya he nombrado a dos (Petrov y Dumala). Me permito reivindicar a Georges Schwizgebel, maestro de la animación suiza, así como a Gianluiggi Toccafondo, de San Marino, que ha hecho evolucionar la rotoscopia hacia el campo de la pintura, transformándola en un medio de expresión muy personal. Un auténtico maestro vivo también sería Priit Pärn, de Estonia, que ha innovado en las fórmulas narrativas y en el diseño para animación. Paul Bush es el animador experimental más notable de la actualidad. También es importante Michael Dudok de Wit, el creador de la inefable Father and Daughter (Oscar en 2001), así como Michel Ocelot (el padre de Kirikou y la hechicera) Joanna Quinn, Gil Alkabetz, Raimund Krumme, Paul Driessen y, por supuesto, los hermanos Stephen y Timothy Quay (herederos de Svankmajer), que completan mi lista de maestros vivos y en activo.
Por otro lado también hay que tener en cuenta a aquellos autores que desde el otro lado del océano, y por otros medios diferentes de la animación artística, han creado un mundo personal y reconocible, como Richard Linklater (aunque su uso de la rotoscopia sea polémico para algunos). También hay que destacar a los nuevos clásicos, como Brad Bird y John Lasseter. Pero sobre todos ellos, hay uno que reina sin rival: Hayao Miyazaki. Y Miyazaki no sería quien es sin Isao Takahata; y Satoshi Kon no sería quien es sin Katsuhiro Otomo. ¡El mundo de la animación es, en verdad, muy pequeño!

-¿Crees que, en lo referente a la animación, haya algún país al que
valga la pena prestar especial atención en el futuro?

Sí. ¡A Sudamérica! Mientras que el desarrollo de la animación africana aún es un poco vacilante, los países sudamericanos como México, Brasil o Argentina prometen tener una presencia mucho mayor en décadas venideras (tanto en animación independiente como en la comercial). Por otro lado, las escuelas de la India están despegando justamente ahora, y fomentan en sus alumnos un estilo poético y muy reconocible. Y quisiera pensar que Irán va a mantener la inspiración de que ha hecho gala en los festivales durante los últimos años. Por último, Corea del Sur lleva tiempo intentando que se le vea como una apuesta de futuro (de hecho ya es una potencia en animación comercial), y su cine de animación podría dar autores tan reconocibles como ya ha venido haciendo en el cine de acción real.

Publicada en Brecha 21/11/2008

domingo, 23 de noviembre de 2008

Con ánimo de animar


Por tratarse de un trabajo artesanal mediante el cual se debe generar, cuadro por cuadro y en detalle la ilusión de movimiento allí donde originalmente no lo hay, la animación requiere mucho tiempo y por consiguiente es una labor esencialmente ardua y costosa. Y es que hasta a las grandes industrias de animación les lleva mucho tiempo elaborar una película. Pixar, por ejemplo, para Ratatouille empleó a casi 700 personas, y el filme llevó cuatro años de producción y un presupuesto de 150 millones de dólares. En Inglaterra, en cambio, los largometrajes no son tan caros, La batalla de los vegetales costó sólo 30 millones, pero en cambió su trabajosa labor de stop motion llevó a que se insumieran cinco largos años en su producción, y todo esto para una película que se consume en menos de 90 minutos.
Pero si de trabajo hay que hablar qué podría decirse del animador ruso Aleksandr Petrov, que para hacer Moya lyubov -un corto que apenas dura 27 minutos- pasó tres años y medio diseñando una por una y con un detallismo de lunático, decenas de miles de pinturas sobre cristal. Y es que mucha gente deja la vida en estos emprendimientos.
Por supuesto, no todas las producciones animadas insumen tanto tiempo, ni son tan caras. Francia, un país cuya producción en el terreno se encuentra en visible ebullición, ha creado largometrajes relativamente baratos en comparación con los del resto del mundo: Azur et Asmar costó poco más de 10 millones de dólares, Las trillizas de Belleville, 8 millones, Persépolis 7,3 millones. Estas cifras no son muy elevadas para el presupuesto promedio de las producciones fílmicas del país, cercano a los 6 millones. En cambio siguen siendo cifras poco accesibles para países de importante producción fílmica y generosa financiación estatal como pueden ser Suiza, España o Corea del sur, cuyos presupuestos promedio rondan los 3 millones.
Los elevados costos dan cuenta de una realidad. Las grandes producciones animadas están siempre orientadas a un consumo familiar -o directamente infantil; en cuestiones de taquilla es casi lo mismo, ya que los niños pequeños van al cine acompañados de algún mayor- y de allí que estas películas multimillonarias no escapen demasiado a los parámetros del género de aventuras, que se valgan de estructuras narrativas clásicas, que alternen situaciones cómicas con secuencias de acción, y que los contenidos sean tolerables para menores. Los productores no podrían permitir que estos lineamientos se rompieran.
Es en los largometrajes de mediano presupuesto (entre los 10 y 20 millones), que pueden encontrarse contenidos exclusivamente adultos, como los de las películas de animación de Richard Linklater, o los de unos cuantos anime japoneses. Pero aún en este escaño presupuestal, la tendencia es que los contenidos sean aptos para todas las edades. Persépolis es una película que perfectamente podría verse en familia, al igual que el cine de los directores Silvain Chomet, Michel Ocelot o Hayao Miyazaki.


De lo cual se desprende que muchas de las animaciones más arriesgadas, personales y libérrimas puedan verse especialmente plasmadas en cortometrajes. Cuanto más corta la extensión menores los costos y, por consiguiente, menor la posibilidad de pérdida. La difusión es mucho más limitada, pero hoy en día internet, los canales especializados y los festivales de cine han logrado darle un lugar a este tipo de realizaciones, que además son el vehículo inicial para que los autores emergentes se vuelvan visibles en el mundo de la animación. Por ejemplo Mark Osborne, co-director de Kung-fu Panda, se dio a conocer mediante inteligentes y originalísimos cortos animados.
El principal mérito que tiene la animación como medio expresivo es que con ella pueden crearse realidades alternativas ilimitadas, personajes y objetos de dimensiones imposibles y liberados a leyes físicas, dinámicas y naturales acordes al antojo del autor. La animación es de los mejores amplificadores de sueños, y uno de los ámbitos en que mejor suele expresarse el inconsciente. De allí que sea el terreno por excelencia del cine experimental, y que los más grandes exponentes de esta disciplina (Brackage, Mc Laren) hayan logrado obras cumbre en animación.
Si bien existen múltiples propuestas más que relevantes en diversos países del mundo, los principales estallidos creativos se dan actualmente en Estados Unidos, Japón y Francia. Aunque también valiosos, los que tienen lugar en Corea del Sur, Inglaterra, Hong Kong, Rusia, Polonia y Alemania debieron dejarse al margen por cuestiones de espacio*.

Animación estadounidense. Si se habla de animación mainstream estadounidense básicamente se está haciendo referencia a dos industrias inmensas: Pixar (Buscando a Nemo, Los increíbles) y Dreamworks (Shrek, Kung fu panda). Ambas suelen producir 3 o 4 proyectos en un mismo momento, y es así que cada una genera uno o dos largometrajes anuales. La calidad de los productos suele ser variable, pero el promedio es envidiable. Si Pixar apunta a guiones sólidos, personajes creíbles y entrañables y a un clasicismo formal, Dreamworks parece apostar más por el humor, la referencia pop, y el diálogo directo con las generaciones jóvenes. Hasta hace un par de años Pixar llevaba una evidente delantera, pero Dreamworks ha levantado considerablemente su nivel durante 2008, construyéndose una reputación de digno competidor.
A un nivel de cine independiente, Richard Linklater (Despertando a la vida, A scanner darkly) y el ya veterano realizador Bill Plympton (I married a strange person!, Hair High) son brillantes ejemplos de un estilo de animación personal, excéntrica y orientada a un público adulto, y la prueba de que Estados Unidos da mucho más de lo que nos llega por los usuales canales distributivos.

Japón y Francia. Pese a que actualmente en Japón se transmiten setenta programas televisivos semanales de anime, los largometrajes son más bien escasos, apenas se produce anualmente una decena al año. Los cineastas activos que sobresalen son Hayao Miyazaki (El viaje de Chihiro, El increíble castillo vagabundo), Masaaki Yuasa (Mind game), Satoshi Kon (Perfect blue, Paprika) y Mamoru Oshii (Ghost in the shell, The sky crawlers).
Los principales especialistas y analistas del fenómeno de la animación mundial llegan a un curioso consenso: todos concuerdan en que ningún animador en la actualidad supera al maestro Hayao Miyazaki. Y no es para menos, activo desde hace más de treinta años, el hombre presenta una obra sin fisuras en la que la principal constante es la excelencia: desbordes imaginativos, personajes ambiguos y entrañables, una coherencia interna a prueba de balas, mundos en donde se conjuga maravillosamente lo fantástico con lo real. El culto a este señor surge de forma natural cuando uno se acerca a sus universos, y no en vano muchos lo consideramos uno de los más grandes directores de la actualidad.
Por su parte, la animación francesa ha deparado innumerables sorpresas, tanto a nivel de cortos como en largometrajes. Sólo con considerar la obra de directores tan disímiles como Silvain Chomet, Michel Ocelot o Marjane Satrapi, puede comprenderse la gama temática que abarca la animación realizada en el país galo y la diversidad de estilos que conviven. Es cierto que Persépolis -la mejor obra que de allí ha surgido- fue el emprendimiento de una iraní, pero Francia proveyó el equipo técnico y el andamiaje de producción y distribución necesario para que pudiese existir. Persépolis es una película que abre caminos en el mundo de la animación ya que, entre otras cosas, demuestra que una biografía, una radiografía histórica y una poderosa denuncia social pueden convivir en una obra atractiva, entretenida y exitosa a nivel mundial. No es de extrañarse que hoy surjan en el mundo más películas de animación en un registro similar, como el largometraje italiano Dear Anne: the gift of hope, una realización hiperrealista en 3D que recrea el cautiverio nazi al que se vio sometida Anne Frank durante la Segunda Guerra mundial.

Largometrajes imprescindibles (a partir del 2000)

-Pollitos en fuga (Peter Lord, Nick Park, 2000)
-El viaje de Chihiro (Hayao Miyazaki, 2001)
-Millenium actress (Satoshi Kon, 2001)
-Despertando a la vida (Richard Linklater, 2001)
-The cat returns (Hiroyuki Morita, 2002)
-Buscando a Nemo (Andrew Stanton, 2003)
-The animatrix (Peter Chung, Andy Jones, Yoshiaki Kawajiri, Takeshi Koike, Mahiro Maeda, Kôji Morimoto, Shinichirô Watanabe, 2003)
-Las trillizas de Belleville (Sylvain Chomet, 2003)
-Mind game (Masaaki Yuasa, 2004)
-Shrek 2 (Andrew Adamson, Kelly Asbury, Conrad Vernon, 2004)
-Hair high (Bill Plympton, 2004)
-Los increíbles (Brad Bird, 2004)
-El increíble castillo vagabundo (Hayao Miyazaki, 2004)
-El cadáver de la novia (Tim Burton, 2005)
-Azur et Asmar (Michel Ocelot, 2006)
-A scanner darkly (Richard Linklater, 2006)
-Tekkonkinkreet (Michael Arias, 2006)
-Paprika (Satoshi Kon, 2006)
-Persépolis (Marjane Satrapi, Vincent Paronnaud, 2007)
-Kung fu panda (Mark Osborne, John Stevenson, 2008)
-Wall-E (Andrew Stanton, 2008)

Cortometrajes imprescindibles (a partir del 2000)

-Father and daughter (Michael Dudok de Wit, 2000)
-Cat soup (Tatsuo Sato, 2001)
-Das rad (Chris Stenner, Arvid Uibel, Heidi Wittlinger, 2003)
-Morir de amor (Gil Alkabetz, 2004)
-Ryan (Chris Landreth, 2004)
-Rabbit (Run Wrake, 2005)
-Maestro (Géza M. Tóth, 2005)
-Presto (Doug Sweetland, 2008)

* También se omiten, por la misma razón, la animación experimental, los video clips animados, las series de TV, así como las películas de marionetas (que es discutible si son o no de animación), el espectro abarcado en este artículo es animación –del año 2000 en adelante- a nivel cinematográfico.

Asesor periodístico: JP Bango

Publicado en Brecha 21/11/2008

sábado, 15 de noviembre de 2008

Top five (+bonus track) (V)

Un comentario reciente del amigo Sigmur me llevó a pensar un par de cosas, y sí, a lo mejor este blog es tan sólo un pretencioso espacio para la belleza, el arte y las ideas elevadas, y a lo mejor todos nosotros no somos más que un hato de recluidos alienados incapaces de encarar y revertir tanta decadencia y pudredumbre mundana. Jo-der, bueno, no veo mucho que hacerle, quizá evadirme un poco con este imbatible top faiv.

California dreamin' - Chung king express

Tuve que elegir uno de entre los tantos fragmentos en los que la maravillosa Faye Wong se contornea al compás de esta canción. Chungkin' es de mis pelis de cabecera, y una de mis favoritas de WKW. Me fascina su desprolijidad aparente, y la caótica fotografía con cámara al hombro del gran Christopher Doyle le da un aire acuoso, único e irreproducible.



Kon-kon-kon chikusho - Los bajos fondos

No es de mis películas favoritas de Kurosawa, se hace larga, no tiene casi variación de locaciones y quizá tenga un estilo demasiado teatral, pero los temas interpretados por los personajes secundarios son gloriosos. Este, por ejemplo:



Morir de amor - Morir de amor

Este pretende ser un pequeño incentivo para que busquen un cortometraje insuperable: Morir de amor de Gil Alkabetz, un descubrimiento reciente. Va este pequeño fragmento, no van a entender nada de lo que ocurre pero por eso, vean el original. Y no digan que tienen algo mejor que hacer, porque no les creo.



And her tears flow like wine - The big sleep

Las películas de Howard Hawks están plagadas de momentos mágicos, que surgen como apariciones extraterrenales. En medio de una negra y enrevesada trama, este increíble chispazo de calor y esparcimiento. Lauren Bacall supo ser de las mujeres más hermosas del mundo, y hasta cantaba bien.



Levan Polkka - Les triplettes de Belleville

Para romper un poco con mis lineamientos, acá me tomo la libertad de colgar un video en el que no hay relación entre la música y los fragmentos fílmicos que se suceden. La tentación era demasiada, la Levan Polkka es grandiosa, las triplettes otro tanto, y las dos cosas juntas hacen una bonita conjunción.



Bonus track - Barbarroja rompe unos huesos

Y ahora sí un Kurosawa mayor. A mi parecer, Barbarroja es la mejor película del maestro, que es casi lo mismo que decir que es una de las mejores películas jamás filmadas. ¿Sabían que Kurosawa fue uno de los más grandes directores de artes marciales que ha dado la historia? Acá un botón de muestra. Y qué bueno el detalle de que Mifune, después de cagarlos a todos a piñas, los vaya arreglando.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Das rad (Chris Stenner, Arvid Uibel, Heidi Wittlinger, 2003)

Estoy preparando una nota sobre cine de animación actual y en las últimas dos semanas debo haber deglutido un centenar de cortos animados. Entre ellos, esta pequeña maravilla. En particular la animación alemana viene muy pero muy bien.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Recomendados en Brecha (III)

Este salió medio flojo. Creo que lo mejor son los primeros segundos del trailer de Tropa de elite con música pra-pa-pa-pa-rra-pa, que se verán rápidamente usurpados con la presencia de un fulano que habla de cine como si supiera algo.

Tengo que solucionar de alguna manera el problema de las miradas a los costados, que en serio, no es algo que pueda evitar de momento. Voy a ver si hago un entrenamiento con cámara portátil y en plan guerrillero, tipo "¡no existe el dolor!" o algo así.